martes, 25 de enero de 2011

THE MECHANIC


Arthur Bishop (Jason Statham) es un asesino profesional de élite con un talento único para eliminar limpiamente a sus víctimas. La muerte de su mentor Harry (Donald Sutherland) le obligará a replantearse sus métodos, sobre todo cuando el hijo de Harry (Ben Foster) le pida ayuda para saciar su sed de venganza. Bishop empieza a entrenar a Steve y a enseñarle sus letales técnicas, pero las mentiras y los engaños amenazan con convertir esta alianza en el mayor de sus errores.

Este remake, a pesar de parecer, por su protagonista y su realización, una continuación de alguna forma adaptada de la saga “Transporter”, tiene muchos puntos a su favor y argumentos de independencia para hacer disfrutar al espectador ávido de acción y el buen hacer de la planificación cinematográfica. La actualización del film original es correcta, la elección de los actores más que acertada, sobre todo en el caso del incombustible Jason Statham, que se está convirtiendo en el nuevo John Wayne de nuestros tiempos, un actor que se desenvuelve magníficamente en un determinado tipo de películas “muy masculinas” (ahora acción pura con grandes dosis de adrenalina en vez de western) pero que parece improbable que pueda solventar con la misma eficacia otros trabajos como puedan ser la comedia pura o el drama. Ben Foster, deja de ser ya una joven promesa y se muestra como un actor maduro, secundando con solvencia a Statham, en una versión un poco más irresponsable, incauta e inmadura del personaje protagonista. Cierra el reparto el gran Donald Sutherland, en el papel de padre de este último, una pequeña píldora de elegancia para una película que tiene muchas cosas buenas que decir.

La trama se mueve con eficacia, el ritmo narrativo es correcto en todas su extensión: tiene un inicio potentísimo y muy dinámico, para luego bajar abruptamente la intensidad y que el espectador asuma toda esta información visual, y en cuanto entran en juego todos los personajes y las cartas argumentales (algo previsibles en su tercio final) están en la mesa, golpea sin compasión al espectador en una línea recta imparable, dónde explota con algo de prepotencia en su tramo final. Los efectos especiales y las escenas de acción están perfectamente coordinados, y tanto Ben Foster como Jason Statham realizan un trabajo físico importante que queda reflejado en el film. No faltan las pequeñas píldoras cómicas muy al estilo “Transporter”, y sí en algo se diferencia de estas es que aquí el factor femenino queda casi enterrado, ni siquiera la “chica” del protagonista es secuestrada o se mete dónde no la llaman, como suele suceder con frecuencia en este tipo de productos.

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